Que te diré, Gelio, cuando se comenta, a tus espaldas, que tus rosados labios se
vuelven
mas blancos que la nieve de invierno cuando de mañana sales de casa,
y cuando la octava hora te arranca de las dulzuras de la siesta en los dias mas largos?
Habrá algo de cierto en los rumores que susurran que te tragas los crecidos miembros
entre las piernas de los hombres? Cierto lo es: gritan los huevos reventados del
pobre Victor
y tus labios manchados con la leche que ordeñaste.