Si a alguien le ofende el olor a sobaco,
o si el mal de la gota merecidamente atormenta,
tu rival, que mantiene a tu amada ocupada
es descubierto por ti que esta maravillosamente enfermo con ambos.
Ahora, cada vez que se la culea, te desquitas de ambos:
a ella le agobia el tufo, a el lo arruina la gota.