Furio, tu no tienes ni un esclavo, ni arca de dinero,
ni piojos, ni telarañas, ni fuego.
Pero tienes un padre y una madrastra
con dientes que pueden masticar hasta piedras.
Dulce vida llevas, con tu padre,
y tu delgada madrasta.
No es de asombrarse: Gozan de buena salud,
digieren dulcemente, no tienen nada que temer,
ni incendio, ni grave ruina,
ni hechos de maldad, ni que planeen envenenarlos,
ni otras causas de peligro.
Tienen cuerpos mas secos que el cuerno,
o mas secos todavia, si mas se pudiera,
resistentes al sol, al frio y al hambre.
Como no van a ser felices y prosperos?
No tienes sudor, ni mala saliva,
ni mucosidades ni flema de la nariz,
y a tu limpieza añádele algo mas limpio todavia,
que tu culo es mas puro que una bodega de sal.
Por todo, no cagas ni diez veces al año,
y tu mierda es mas dura que semillas y piedra,
que si con tus manos rascas y restregas,
no lograrás ensuciarte los dedos.
Ya que tienes tantas bendiciones, Furio,
no las desprecies ni las juzgues a menos,
y de los cien cestercios que sueles suplicar,
desiste: Ya suficientes bendiciones tienes.