Muchas veces, he dado vueltas a mi cabeza,
como lograr un medio de apaciguarte con hacer
llegar a tus manos los versos de Calímaco
y librarme de los vengativos dardos con que
no dejas de atacarme;
pero me he preocupado en vano, oh Gelio,
mis buenas intenciones fueron inútiles.
Evadiré los dardos que tu me dispares,
pero seras castigado. Los mios por siempre te seguiran.